lunes, noviembre 22, 2010

Un café amargo

Nacional jugó mucho por arriba pero no supo definir.¹


Desde los primeros minutos ya había un aroma a insolencia.  El equipo de la visita, "chico" o 'ganable' como le definían algunos hinchas verdolagas, llegó al Atanasio, jugó uno de sus mejores partidos en este torneo, y se llevó tres puntos muy importantes.  ¿Y Atlético Nacional?  En la unidad de cuidados intensivos del Grupo B de los cuadrangulares: el verdolaga perdió 1-2 de local ante el cuadro "milagroso" -no tan milagroso por lo que había mostrado en la fase regular- y se ubica último en su grupo en el comienzo de esta instancia semifinal.

Actitudes desde el inicio
Nacional se encontró rápidamente con la propuesta agresiva del Quindío, sin poder desplegar a sus laterales - Jair Iglesias y Víctor Giraldo- y topándose con una presión impensada desde la previa.  A eso se sumó, por supuesto, la lluvia que todavía caía sobre el gramado de la cancha y que no la dejó en buenas condiciones; ésa fue la razón del porqué en los primeros minutos del partido todo se sumía en imprecisiones.

Ibarbo, una de las claves
Uno de los mejores jugadores del lado verde fue Víctor Ibarbo.  Activo, el tumaqueño estuvo atento a algunas distracciones de los elementos quindianos para robarles el balón y emprender jugadas de peligro.  Ibarbo se destacó con sus habituales arranques desde los dos costados, pero siempre el verdolaga tuvo problemas en el último paso del proceso: o era la definición, o era el último pase fallido.

El 8 verde, además, tuvo dos opciones claras para marcar: una en el primer tiempo (27'), en una gran jugada de "laboratorio" que comenzó con Humberto Mendoza, quien despistó a toda la fanaticada -cuando se pensaba que él tiraría al arco- y habilitó con un buen pase a Ibarbo, quien no pudo pegarle de la mejor forma; y la segunda chance la tuvo en el complemento (64'), cuando en un preciso centro de Marcos Mondaini, el 8 conecta muy bien de cabeza pero, lamentablemente para toda la animosa parcial verdolaga, pega en el palo y se desperdiciaba una posibilidad increíble.

El "Cafetero" encontró comodidades
En diez minutos, Quindío había llegado en un par de oportunidades con Léider Preciado y Luis Paz, pero Gastón Pezzuti había respondido muy bien ante sus demandas.  Nacional, mientras tanto, parecía encontrar más dificultades con la lluvia y, Dorlan Pabón, su pieza más desequilibrante, estaba desaparecido.  Por eso, para hallar más espacios en el ataque, 'Memín' e Ibarbo cambiaron de perfiles: Dorlan a la derecha e Ibarbo a la izquierda.

En el minuto 15, Iglesias pudo entrar al sector defensivo de la visita en una bella triangulación con Ezequiel Maggiolo; el remate, sin embargo, era desviado al córner por Alejandro Otero.  Un minuto más tarde, Mondaini logra enviar un centro 'llovido', que desborda a Otero y encuentra la cabeza de Ibarbo, pero Torijano la sacaba de la línea.  Clarísima oportunidad para Nacional.

Ya cuando pasaban los veinte minutos del encuentro, Nacional se había apoderado del balón y del partido.  El equipo del "Pecoso" Castro, por su parte, respondía con salidas rápidas con Elkin Murillo y Léider Preciado, y así agrietaba la defensiva verde.  Pero para facilitar la labor colectiva, el medio quindiano se encargó de desconectar los enlaces verdolagas a través de faltas.

Un Atanasio helado
Si no bastaba la lluvia dominguera, llegó en el minuto 28 el balde de agua fría para silenciar a todo el Atanasio: cuando estaba más cerca Nacional, el Quindío sale de manera sorpresiva con Preciado, que abre la cancha con un pase a E. Murillo -algunos decían que en fuera de lugar-, y el 10 veterano tuvo el criterio suficiente para esperar y encontrar el momento justo para el centro y que llegue Hilton Murillo a clavar el cabezazo.  0-1 y aroma a inseguridades; aroma de sufrimientos...

Desde ese momento y hasta el término de la primera parte, Nacional lució muy perdido, mientras que el Quindío manejaba los hilos de cada sector del campo, sin desordenarse.  Los únicos que intentaron levantar la moral verdolaga fueron Pabón y Mondaini: el primero, por sus embestidas que finalizaban con un remate no tan furioso, pero inquietante por el estado de la cancha; y el segundo, por sus centros quirúrgicos, de gran registro en este partido pero que no se aprovecharon.

En el comienzo del segundo tiempo, el cuadro del "Pecoso" siguió con sus mismas funciones: abrir la cancha -sobre todo a la izquierda- y de ahí desarrollar sus amenazas.  No obstante con este peligro, el equipo de José Fernando Santa se desplazaba también con sus laterales, tomando cualquier tipo de riesgos en pos del empate.  Allí, en ese orden de ideas, Giraldo se convertía en protagonista, tanto con sus buenas salidas en ataque, como por sus huecos que dejaba en su sector.

Una cara distinta con Córdoba
Con treinta minutos en el reloj y con el marcador adverso de local, Santa envió a la cancha a David Córdoba (57').  El ex Cúcuta, ingresado por el juvenil Daniel Arango, empezó a conectar todos los cables en el mediocampo verdolaga, y el conjunto local empezó a ganar mayor presencia en terrenos "cafeteros".  En pocas palabras, hizo lo que le faltaba a Nacional: juego en corto y con mayor dinámica.

Y de inmediato la prueba dio frutos (60'): en una buena entrega de Córdoba hacia la izquierda, encuentra a Mondaini -anduvo mucho por ese sector- quien envía el centro a un Pabón solo, pero éste, queriendo definir de primera, manda su disparo a la tribuna de Los Del Sur.  No se podía desaprovechar eso.  Nacional necesitaba ese gol por el momento anímico.

Poco después (61'), en un envío profundo, Ibarbo se halla solo y concreta, pero lastimosamente estaba adelantado.  El Quindío replicó enseguida tocando en corto -con una defensa mal parada del verdolaga-, pero se encontró con un Pezzuti inmenso, quien lograba anular el inminente 0-2.

En ese momento, ya el partido había entrado en una serie de ataques "toma y dame" que indefectiblemente concluiría en alegría o tragedia.  Y en el ir y venir se destacaban E. Murillo por el Quindío, controlando los calientes ritmos del partido y generando zozobra con su remate potente, mientras que Pabón aumentaba su figura como ejecutor verde.

Con uno menos...
Pero como se dijo: para alguno de los dos iba a ceñirse la tragedia.  En el minuto 70, con un Nacional entregado al ataque y con una retaguardia indefensa, el Quindío se abalanza raudo con Carlos Rodas, y allí, Jairo Palomino, al verse sin otro recurso, agarra al veterano pero habilidoso mediapunta quindiano y recibe, inevitablemente, la doble amarilla.

En los minutos finales Nacional siguió intentando y llegando con algún peligro sobre el área de Otero, pero siempre faltó la puntada decisiva.  El verdolaga iba a buscar el descuento a como dé lugar y "se desnudaba atrás", ya sin la colaboración en marca de Palomino y Arango.  Los "cafeteros", mientras tanto, aprovecharon todos los recursos, incluidos los de "quemar tiempo", y encontraron en medio de una defensa local desarmada la oportunidad de marcar "el tanto de la tranquilidad".

"Artista y criminal"
La escena se ilustró de esta manera (83'): Preciado, con todo "el peso de la experiencia", se lleva la presión incómoda de Juan Carlos Mosquera desde fuera del área; entra con él a la "zona de candela", aguanta la marca, calibra, y fusila sin piedad a Pezzuti.  El Atanasio con frío y en silencio...  Lo que siguió fue un acto que, lejos de enmarcarse en lo que debe ser una celebración, se convirtió en un acto grotesco y hasta anti-estético.  Sin embargo, aun con lo enunciado, Léider tenía "sus razones de peso" para festejar el gol de esa manera...

Preciado, ese goleador que tuvo su época gloriosa en 1998, todavía hace ruido en el fútbol colombiano; más allá de los silbidos y los cánticos en contra que recibió a lo largo del match.  Posterior al gol, el ex Santa Fe, Cali y Once Caldas, entre otros, no tuvo mayor pena ni malicia en levantarse la casaca y mostrarle a todo el mundo lo que ya se sabe...  Pero la imagen, rocambolesca por la abundancia abdominal del célebre jugador, da inicio a una serie de reflexiones: ¿es tan malo J.C. Mosquera como para que un jugador de la talla -de camiseta- de Léider lo aguante en marca y le gane a la hora de definir?

Personalmente, no lo creo, y creo también que nos faltó un poco de suerte en HD para embocar uno o dos goles -el gol de penal de Córdoba no alcanzó finalmente-.  Aun así, por la noche, luego de ver las imágenes del segundo gol quindiano por televisión, el pobre Juan Carlos se querrá matar -así me sentiría si fuera un futbolista profesional-.  Claramente, lo de Léider es una invitación a un "apague y vámonos" para la defensa verdolaga.

La preocupación continúa
De todas maneras, si ya era preocupante lo de Nacional antes de entrar a los cuadrangulares, pues este resultado es simplemente una afirmación de todo lo que ya se había visto -junto con algo de mala fortuna-: la ausencia de fútbol colectivo que se tropezó ayer con la falta de definición, la ausencia de tino de parte de las individualidades, la lluvia engorrosa y los palos "milagrosos".  Y ahora, gracias a este resultado, en Cúcuta la consigna será "vencer o morir".  No alcanza para más.

Formaciones
Nacional: Pezzuti; Giraldo, J.C. Mosquera, Mendoza e Iglesias (Piedrahita, 67'); Palomino y Arango (Córdoba, 57'); Ibarbo, Pabón y Mondaini; Maggiolo.
Quindío: Otero; Castillo, Torijano, O. Murillo y Rodríguez; Mejía y Paz (Tesillo, 90'); H. Murillo (Vela, 75'), E. Murillo y Rodas (Valoy, 85'); Preciado.
Nacional perdió 1-2 con anotaciones de H. Murillo (28') y Preciado (83'), para la visita; Córdoba descontó para los verdes (92').  Fue expulsado Palomino por doble amarilla (70').


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¹  Imagen de Futbolred (http://www.futbolred.com/contenido/liga-postobon/noticias/cuadrangulares110ii/IMAGEN/IMAGEN-8412281-2.jpg).

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